VIGGO MORTENSEN: "HAY MANDAMASES CON EL DINERO SUFICIENTE COMO PARA HACER COSAS POR LAS QUE NOSOTROS IRíAMOS LA CáRCEL"

Cuando Viggo Mortensen (Nueva York, 1958) se propone hacer algo, lo hace sin medias tintas. Y para ello pone en el asador toda su pasión, sensibilidad y talento. "Creo que una vez que te comprometes a contar una historia tienes que hacerlo de la mejor manera posible, con todos sus detalles y sus capas. Y si lo haces bien, puede que quien vea la película encuentre algo suyo en ella y le emocione". Siguiendo esta filosofía ha rodado su segundo largometraje como director, un western de espíritu clásico que es también una historia de amor, donde ejerce, además, de guionista, productor, actor, compositor de la banda sonora e intérprete de varios instrumentos (piano y percusiones).

Para alguien que vive el cine –y el arte en general– con ese grado de amor y honestidad, un cowboy auténtico tiene que serlo. No basta con parecerlo. "El caballo era el medio de transporte habitual de la época, así que no puedes tener a un actor que no sabe montar sin que se note que acaba de aprender. Cuando veo westerns me fijo, más que en cómo galopa, en cómo la persona se acerca al animal, cómo se sube y se baja, porque es lo que hace que resulte creíble. Yo mandaba a los actores trozos de películas para que observaran. Algunas eran muy malas, pero se veía que los intérpretes eran verdaderos vaqueros por la manera en que desmontaban o se apoyaban en la barra". Queda al criterio de cada uno imaginar cuántas veces habrá visto Mortensen 'Río Rojo' (Howard Hawks, 1948), cuyas imágenes aparecían ya en su primera película como director, 'Falling' (2020), en la pequeña televisión de la cocina del padre. O cualquiera de los títulos de John Ford.

Dedicatoria a su madre

Comenzó a escribir 'Hasta el fin del mundo' durante el confinamiento siguiendo la estela de una imagen que vivía en su cabeza: su madre de niña jugando entre bosques y leyendo cuentos de caballeros medievales ('Falling' había nacido del recuerdo de un día en que, siendo niño, la descubrió llorando). La idea de esa niña decidida derivó en una historia ambientada en el siglo XIX en el oeste americano, un entorno violentamente masculino donde una mujer trata de abrirse camino. Vicky Krieps ('El hilo invisible', 'La emperatriz rebelde') es la absoluta protagonista. "En mi película esa niña ya es adulta. Tanto en la literatura como en el cine funciona mostrar el efecto antes que la causa. Quería conocer cómo llegó al final de su vida para, a partir de ahí, ir averiguando qué le había pasado". El propio Mortensen interpreta al personaje protagonista, pareja de ella, no porque quisiera, sino porque el actor elegido desde un año antes lo dejó tirado en el último momento. "Sin ninguna explicación, pero no quiero maldecir a nadie", confiesa.

Hay un mensaje muy poderoso en torno a cómo nuestros padres y madres moldean quiénes somos y cómo traspasamos eso a la siguiente generación. Este tema estaba ya en 'Falling'. ¿Por qué le obsesiona?

Cada persona es única y todo lo que nos pasa en nuestra crianza, y en algunos casos tristemente de ausencia de crianza, nos hace lo que somos. En esta historia vemos momentos del pasado de Vivienne (Vicky Krieps) y descubrimos que ella de niña tenía ya algo de lo que va a tener como adulta: es un poco terca, muy independiente, tiene mucha fantasía, quiere hacer su vida. No está buscando a un hombre que le diga cómo tiene que ser. Me interesan esas historias, lo que no quiere decir que si hago una tercera o una cuarta película siga hablando de esto.

El oeste femenino

En la historia del western es poco común tener a una mujer como protagonista. ¿Qué le hizo optar por este género?

Mi ambición esta vez, igual que la primera que rodé, era hacer una película bien escrita, fotografiada e interpretada. No quería llamar mucho la atención de la cámara ni reinventar el género, al contrario, deseaba respetar lo mejor del western clásico que, en general, nunca se enfoca en una mujer. Cuando su compañero se va a la guerra nos quedamos con ella y no vemos nada del campo de batalla, lo que es bastante inusual. Pero no escribí el guion pensando en eso, simplemente es lo que pasó cuando escribía.

El western es un género con unos códigos muy marcados. ¿Le preocupaba que pudieran encorsetar su historia?

En los primeros 50 años de la historia del cine fue el género del que más películas se rodaron porque se consumía mucho en las zonas rurales de Estados Unidos, y después en todo el mundo. No estamos haciendo una imitación, pero sí respetando ciertos códigos. El western cuenta historias de un aspecto folclórico, bastante sencillas e ingenuas. Así empezó y así se han hecho miles durante años. Pero también ha avanzado gracias a ciertos guionistas, directores y directoras que han sabido hacer películas muy profundas y complejas dentro del género. A la altura de lo mejor de la poesía y las tragedias que han creado los seres humanos desde los tiempos antiguos, adaptándose al desarrollo de la sociedad norteamericana en los últimos 100 años. Pero no he hecho una película académica, con referencias y homenajes premeditados a otras que a lo mejor nadie ha visto. Las referencias que hay, que seguro que existen en planos, posiciones de cámara o frases, son inconscientes. He visto mucho cine en mi vida y todo lo que he visto, he leído y he vivido, está ahí.

Un mensaje de absoluta vigencia

Su película está ambientada en 1861 y habla de violencia sobre las mujeres y de abusos de poder. ¿Era su intención abordar asuntos que siguen teniendo relevancia política en nuestros días?

No fue premeditado aunque está ahí. Toda la vida han existido quienes abusan de otros y mandamases con el dinero suficiente como para hacer cosas por las que cualquiera de nosotros iría a la cárcel. Ellos no solo no van, sino que consiguen aún más poder por haberse escapado de las consecuencias. Lo vemos en política, en los negocios, en el día a día. Hay gente que es así y hasta que no se encuentre la manera de bajarles los humos van a seguir expandiendo su dominio. Siempre ha existido la desigualdad, como también la resistencia de algunos y el ejemplo que dan a otros para rebelarse. Si cuentas una historia bien y con honestidad, podrá tener un contexto universal y un transfondo común a otros lugares y otros tiempos. Se pueden ver ahí los abusos de poder de hoy y la lucha de las mujeres. Por el contrario, si tratas de abarcar todo y complacer a todos los públicos acabas haciendo algo aguado y sin fondo, poco memorable.

Escribe, dirige, produce, interpreta… ¿Qué tal se lleva el Viggo productor con el Viggo director o con el actor?

Funciono como productor mientras dirijo, así que nos llevamos bien. Como director estoy siempre preguntando la hora y calculando el tiempo que nos queda. Le digo al director de fotografía que el plano que quiere rodar es muy bonito, pero solo lo haremos si sobra tiempo, porque se nos va la luz y faltan tres escenas por hacer. He de decir que el productor sí es duro con el actor, porque le paga un sueldo mínimo.

Un estilo clásico lleno de detalles

¿Cuánto de usted y de sus propias vivencias hay en sus películas?

En 'Falling' la inspiración vino del recuerdo de un día que vi a mi madre llorando. No es exactamente como aparece en la película, pero ese instante me llevó a recordar esa etapa de mi vida con momentos cazando patos con mi padre [en sus dos películas aparece esta imagen] y la historia se convirtió más en la relación entre un padre y un hijo. 'Hasta el fin del mundo' empezó también con una imagen de mi madre y la protagonista tiene algo interior que, seguramente, aprendí de ella. Después salió una historia que no tiene nada que ver con mi vida, pero hay elementos. El personaje que interpreto es una mezcla de cosas de mi padre, mis tíos y de otros hombres daneses que he conocido.

Hay una sencillez clásica en su manera de rodar. ¿Ha trabajado de manera deliberada en alcanzar esa austeridad?

Hay cineastas que dirigen como si estuvieran haciendo una tesis. Me parece bien, pero creo que le da un aire artificial a la película, le quita sencillez, esa naturalidad que sin embargo te lleva a lo profundo. Creo que si vas por un terreno muy académico, artificial, autoconsciente de las referencias y homenajes que quieres hacer, no estás presente. Es como salir a cenar y pasar el rato mirando el teléfono. No estás en la historia, ni con los actores ni permaneces abierto a lo inesperado. Me gusta preparar todo muy bien para estar abierto a los accidentes que puedan surgir porque así es como aparece la magia.

La protagonista absoluta es Vicky Krieps. ¿Qué vio en ella para darle un papel de tanta relevancia?

La primera vez que la vi fue en 'El hilo invisible' (Paul Thomas Anderson, 2017). Tenía una presencia increíble, transmitía el sentimiento de emoción como si saliera de su piel, de sus ojos. Su actuación era algo muy fino y valiente. Lo mejor que puedo decir es que no me imagino que alguien lo haga mejor que ella, es imposible. Hay una escena en la taberna entre ella y el malo (Solly McLeod). Él dice algo, ella le corrige y lo mira hasta que se marcha. Ese duelo lo gana ella. Como director es arriesgado quedarse tanto rato con una actriz porque si no lo hace bien, no funciona. Es de los momentos más fuertes que tiene. No es una película de superhéroes donde ella se venga, agarra una escopeta y mata a todos los villanos. Esta es una historia real, con una mujer de ese tiempo, de verdad, con un interior, una voluntad y un deseo muy fuerte de ser independiente y decidir qué va a ser en su vida. En esa escena se ve todo, es el ejemplo máximo de esa fortaleza interior.

Al timón del barco

Cuando uno es director asume una autoría sobre la historia, y también un liderazgo. ¿Se siente cómodo en este segundo papel?

En las dos películas que he hecho me he puesto desafíos: hay niños, animales, muchas escenas en exteriores… Son cosas que para tu primera y segunda película es mejor evitar, pero me gustó hacerlo y aprendí mucho. Tienes que medir los tiempos y tu energía para no agotarte el primer día. Hay que escuchar, pero tener una idea muy clara de lo que quieres. La preparación es todo, tanto para el actor como para el director. Si no lo has preparado bien, lo vas a pagar porque siempre van a surgir problemas, y si has hecho el trabajo previo lo vives más relajado. Hay directores que van a lo loco y ni los actores ni el director de fotografía saben qué tienen que hacer. Pueden hacer cine, incluso buen cine, pero me parece un estrés innecesario. Hay que estar al cargo, eres el capitán del barco, y tienes que dar ejemplo. Esta vez no era yo el que hacía preguntas, sino al que se las hacían constantemente, y estoy cómodo con eso.

Se ha esforzado en mantener el rigor histórico en vestuario, decorados, etc. ¿Cómo ha sido ese trabajo de documentación?

Nosotros queríamos ser extremadamente precisos. Elegí para el diseño de producción y el vestuario a Carol Spier y Anne Dixon, quienes habían trabajado ya en 'Falling' y en varias películas de David Cronenberg [con quien Mortensen ha rodado cuatro films]. Consultaron muchas fotos de vaqueros y mineros en el Smithsonian. Además, durante meses les mandaba escenas o películas enteras y les decía: ‘mira esta lámpara, fíjate en esta silla, me gustan las botas o la barba del tipo’. Quería que al rodar no tuviéramos miedo a mostrar la casa, la ropa o los detalles de la barra del bar porque todo es correcto, no hay ninguna chapuza. Les decía: ‘Quiero ver a esas personas en esta habitación, ver qué utensilios hay en ella, qué usan en la cocina, cómo visten’. Esa fue nuestra manera de trabajar.

Ha conseguido que parezca una producción mucho más cara de lo que realmente es.

Es mérito de Marcel Zyskind, mi director de fotografía también en 'Falling'. Sabe rodar de manera muy bonita sin llamar la atención, porque la idea es sacar lo mejor de cada escena, no montar la escena para la cámara. He visto mucho western y reconozco las localizaciones que más se han utilizado en cada época, identifico los paisajes. Nosotros encontramos lugares en los que no se había rodado antes. También filmamos en Canadá porque no quería falsearlo. Esos bosques, ese tipo de río, los cielos y la luz que se ven en la película están ahí, así que merecía la pena viajar aunque fuera un par de días. Creo que es una película linda de ver

¿Es como la imaginó cuando empezó a pensar en ella?

Es mejor. No hay ni un solo actor que no me parezca perfecto en su papel, estoy muy contento. Salió mejor de lo que imaginaba.

Ha aprendido a hacer cine viendo dirigir a otros mientras trabajaba como actor. ¿Quién ha sido un maestro para usted?

Antes de pensar en ser actor era fotógrafo, escribía, dibujaba… Cuando empecé a trabajar en cine y teatro me interesaba cómo se transformaba un texto en película. Efectivamente, mi escuela de cine ha sido el propio cine, haciéndolo y viendo cómo lo hacían otros. A veces aprendes más viendo lo que está mal que lo que está bien: un director que grita al equipo, que tiene miedo a los actores y no sabe hablarles o que es inflexible es un mal ejemplo. He tenido la suerte de trabajar con muchos directores y directoras buenos que me han enseñado mucho.

'El señor de los anillos', imborrable

En los agradecimientos aparece, entre otros muchos como Peter Bogdanovich, Peter Jackson. ¿Qué le debe?

No creo que se vuelva a repetir un rodaje como el de 'El señor de los anillos'. Lo que hizo Peter Jackson cambió todo. Ahora hay series con mucho presupuesto en las que se ruedan meses y años, pero cómo se hicieron esas película fue increíble, con un equipo enorme y sin mucha experiencia en su mayoría. Fue como una escuela de cine para todos, allí se desarrollaba el talento cada día. Fue interesantísimo ver a Peter Jackson liderar a ese equipo e inspirarlo para que encontrara soluciones a problemas que a veces parecían no tenerlas. Nunca se me ha dado tanto tiempo para aprender y desarrollar un personaje como Aragorn.

Además de su carrera como actor y director, escribe poesía, hace fotos, tiene su propia editorial con la que publica sus libros y los de otros artistas. ¿De dónde saca el tiempo y la energía?

Del tiempo que podría estar durmiendo. Si te entusiasma lo que haces, encuentras energía. Yo, al menos, la sigo encontrando. Me interesa todo lo que pasa en una película porque reúne todas las artes. Ha sido agotador, pero lo he pasado muy bien. En los rodajes siempre pongo una cuerda con banderas de los países de los miembros del equipo y esta era muy larga porque había gente de Luxemburgo, Irlanda, Dinamarca, Francia, Canadá, México… Si uno los escucha y los trata con respeto es más fácil ganarse su lealtad, porque sin ella no eres nada. Los directores que no hablan con su equipo y lo hacen a través de otros no la consiguen, por muy buenas ideas que traigan.

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